FullSizeRender¿Cuándo ha sido la última vez que alguien te ha dado las gracias por algo que has hecho? A todos nos gusta que nos den las gracias, pero este hábito, el de ser agradecidos, lo podemos olvidar con facilidad. Cada vez menos personas bendicen la mesa o dan gracias por los alimentos cuando se sientan a comer. De igual manera, nos olvidamos de dar las gracias a los  que han preparado esos alimentos, han limpiado el lugar en donde estamos, o han invertido su tiempo en labores que nos facilitan nuestra  existencia día tras día.

La realidad es que las personas más felices de la tierra son las más agradecidas.  ¿Quién no desea ser feliz?  Por eso, deberíamos desarrollar el hábito de dar las gracias a aquellos que forman parte de nuestra rutina: la familia, los compañeros, los amigos, o el prójimo, en definitiva.

Imagina que la “felicidad” es una planta, cada vez que damos gracias la estamos regando, y al revés. ¿Te sientes agradecidoIMG_6455 cuando piensas en las personas que forman parte de tu rutina diaria? ¿O piensas más bien en todo lo que deben hacer por ti? ¿Partimos del agradecimiento o de la exigencia? Cuanto más conocemos a una persona,  más nos cuesta ser agradecidos porque, en la confianza, damos las cosas por sentado y cuanto más las damos por sentado más nos detenemos en los errores de las mismas.  Enfoquémonos en lo positivo, no en lo negativo.

Ser agradecido requiere tomar la decisión de serlo y actuar, no basta con desearlo ni con proponérselo. La gratitud puede marcar una gran diferencia en nuestras relaciones personales.

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