Visita de 1º de la ESO a dos residencias de la 3ª edad.
¿Recuerdas la última vez que pasaste vergüenza porque olvidaste algo importante? Quizá una cita planificada tiempo atrás con una persona, o quizá el nombre de un familiar o conocido cercano a la vista pero distante del corazón. Pienso también en esas ocasiones en las que uno busca trabajo y desea con toda su alma que la persona a la que entregó su currículum no se olvide de ayudarle.
Todos esperamos que se acuerden de nosotros en multitud de ocasiones en la vida, incluso en los epitafios.
Acordar y recordar son dos palabras preciosas. Proceden de la palabra latina “cordis”, que significa “corazón”. Así, “acordar” significaría “próximo al corazón”, es decir, “unir los corazones”. Cuando llegas a un acuerdo con alguien, de alguna manera estás uniendo tu corazón al suyo. “Recordar” significaría “de nuevo al corazón”, es decir, “volver a pasar por el corazón”. Algunos dicen que, en la Antigüedad clásica, el corazón equivalía a la mente. Quizá por eso el corazón se sonroja cuando la mente falla.
En cualquier caso, si hay algo claro es que Dios no solo se ha aproximado a nuestro corazón para llegar a un acuerdo amoroso con el ser humano, sino que además no lo ha olvidado. La Biblia nos lo repite una y otra vez tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Hasta la virgen María lo expresa en su cántico.
Un ladrón que estaba crucificado al lado de Jesús le dijo: “acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Tenemos un Dios que se acuerda de nosotros y nos recuerda una y otra vez que su amor está más cerca de lo que pensamos. ¿No es eso la Navidad? Dios, acordándose del Ser humano, desciende hasta el mismo y le dice: “unamos nuestros corazones, tengamos un mismo sentir, seamos uno y recordémoslo una y otra vez cada día”. Navidad es “siempre” porque el verdadero Amor nunca deja de ser. Acuérdate de Él, recuérdalo hoy de manera especial. Piensa en todo lo que ha hecho por ti y sentirás correr la Navidad por tus venas.
El alumnado de 1º de ESO ha visitado hoy con sus tutores dos residencias de la 3ª edad. Allí los mayores nos han regalado una hora y media en la que nos recordaban algunos de los episodios más importantes de su vida, aquellos que ni siquiera la enfermedad puede borrar de la memoria. Juntos estuvimos pintando unas bolas blancas de escayola. Después, las colgamos en el árbol de Navidad. La “actividad” de hoy no ha sido una actividad, sino un regalo mutuo que nos ha aproximado al verdadero significado de la Navidad.