Educar en el asombro es una obra de Catherine L’Ecuyer. ¿Cómo podemos motivar a nuestros hijos, o alumnos en la era del espectáculo y las nuevas tecnologías?
Cada vez más docentes se cuestionan si pertenecen al sector de la educación o al del entretenimiento. ¿Están reñidos ambos? Einstein decía que el verdadero éxito procede de la fórmula: trabajo diario + juego + silencio. Todos recordamos lo fácil que se aprende jugando, sin embargo, también sabemos que a medida que aumenta la dificultad de lo que aprendemos, el esfuerzo y el trabajo diario también deben crecer. La rutina no tiene que ser necesariamente aburrida. El silencio nos permite reflexionar y asimilar los conceptos nuevos hasta aprenderlos.
Partiendo de esta idea, la autora enfatiza en la importancia de educar en el asombro. Ella misma reconoce que esto no es algo nuevo, Tomás de Aquino decía que “el asombro es el deseo para el conocimiento”. Los niños pequeños se asombran porque no dan el mundo por supuesto, sino que lo ven como un regalo. Por este motivo, afirma Catherine, los niños tienen un sentido del asombro realmente admirable y sorprendente ante las cosas pequeñas, los detalles forman parte de lo cotidiano.
La motivación interna del niño es la que le lleva a descubrir el mundo externo. Las cosas pequeñas mueven al niño a aprender. Pero cuidado, cuando presentamos al niño pequeño estímulos externos de manera que suplantan su asombro, anulamos su capacidad de motivarse por sí mismo. ¿De qué manera hacemos esto último? Por ejemplo, a través de una excesiva estimulación. El niño que tiene demasiados estímulos (TV, tablets, móviles, videojuegos, exceso de ruido…) se apalanca y no es capaz de ilusionarse por nada. Su mente se bloquea preso de la apatía, el aburrimiento, la falta de deseo, etc.
¿Sabías que la mayoría de los hijos de empleados de las grandes empresa tecnológicas de Silicon Valley estudian en colegios sin ordenadores ni dispositivos electrónicos? Utilizan papel, tiza, lápices y materiales básicos. ¿Por qué? Básicamente, porque el uso de la tecnología a nivel usuario es muy intuitiva. Está diseñada para que un bebé pueda usarla. Sin embargo, poner en marcha la imaginación y el proceso creativo es más difícil. Se necesita curiosidad, una mente despejada, no estimulada en exceso. Recuerda la fórmula de Einstein.
Catherine L’Ecuyer ofrece respuestas a muchas las preguntas que los padres y los docentes nos hacemos. Si tienes la oportunidad, lee este libro y coméntanos en respuesta a este artículo, qué es lo que más te ha llamado la atención.