Todo el mundo enfrenta problemas. No hay un solo ser humano que pueda decir, sin mentir, que absolutamente todo le marcha bien. Incluso las personas que hacen lo correcto, enfrentan serias dificultades. Así que, la cuestión no es si se van a poner las cosas difíciles o no, sino cómo vamos a actuar ante las mismas.
Cuando vienen tiempos malos, sentimos que Dios está lejos. Pensamos, si Dios estuviera cerca esto o aquello no habría ocurrido. Incluso podemos actuar como Marta cuando sufrió la pérdida de su hermano Lázaro (S. Juan 11): “Dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. En definitiva, dudamos de que Dios esté al tanto de nosotros. Al fin y al cabo, concluimos, “él es tan grande que tendrá muchas cosas en las que ocuparse. Lo que yo vivo estará pasando desapercibido ante sus ojos”. Sin embargo, Jesús dice en la Biblia lo contrario (S. Mateo 10,29-31): “¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos”.
Así que, si Jesús está al tanto, debemos cuidarnos de no cometer tres errores comunes cuando enfrentamos dificultades:
1) Ser fatalistas: cuando nos enfocamos solo en lo negativo terminamos en la autocompasión. Podemos estar tristes, igual que lo bueno nos afecta, lo malo también; pero tenemos que poner un tope. Algunos de los problemas que enfrentamos son simplemente una consecuencia de nuestras malas decisiones, por lo tanto, analicemos qué es aquello en lo que nos hemos equivocado e intentemos rectificar. Recuerda que no estamos solos en el proceso.
2) Permanecer frustrados: la ausencia de respuestas conduce a la frustración. A veces queremos tener la solución al problema, como Marta, dentro de nuestros parámetros. Esto nos incomoda porque nos hace salir de nuestra zona de confort. Sin embargo, Dios está mas interesado en nuestro carácter que en nuestra comodidad. Aunque no entendamos ciertos periodos de silencio, él sigue estando pendiente, incluso, del número de pelos que tenemos en la cabeza.
3) Temer: observa lo que dice esta cita bíblica (1ª Juan 4, 18): “no cabe temor en el amor; antes bien, el amor pleno expulsa el temor, porque el temor entraña castigo; quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor”. Si Dios está con nosotros, ¿qué hemos de temer? Dios es Amor, con mayúscula y su perfecto amor es el que puede acabar con nuestros temores.
En conclusión, recordemos que no estamos solos cuando enfrentamos problemas. Puede que no veamos la solución al principio, pero tarde o temprano llegará. Mientras tanto, cumplamos la misión que tenemos cada uno. Como veíamos en el vídeo: “no hay misión pequeña si el amor es grande”.