El pasado 7 de febrero tuvimos la suerte de contar en nuestro colegio con la presencia de Álvaro Bilbao, quien impartió su conferencia “Construyendo Mejores Cerebros”, a través de la cual nos daba una serie de pautas y consejos para ayudar a nuestros hijos y alumnos a ser más felices en casa, en el colegio y en la vida, en general.

Álvaro, antes que nada, es padre de tres hijos y marido de una mujer extraordinaria. Además, puedo decir que es una gran persona, cercano y un gran profesional.

Álvaro Bilbao es un reconocido neuropsicólogo y gran conocedor del funcionamiento del cerebro humano que, después de haber dedicado gran parte de su carrera profesional a la rehabilitación del daño cerebral adquirido, en los últimos años, ayuda a padres y a educadores a tomar conciencia de que cómo nos comportemos con nuestros hijos y alumnos, hoy, y del cuidado que reciban esos pequeños cerebros, en proceso de formación, influye, decisivamente, en los adolescentes y adultos que puedan llegar a ser, el día de mañana.

El cerebro de un niño empieza a construirse, adecuadamente, con mucho cariño. El amor y los gestos de afecto, besos y abrazos, la ternura que un niño empiece a recibir y percibir desde pequeño influyen en su desarrollo cognitivo mucho más de lo que podamos imaginar. Un oportuno “te quiero” puede ser muy poderoso y constituye un estímulo determinante de su buena formación.

Por otro lado, debemos caer en la cuenta de que nuestro hijo es un ser único, con unos talentos específicos, en una medida u otra, que debemos estimular de palabra y con nuestros actos, hábitos, conductas y actitudes congruentes. Esta unicidad del niño, su personalidad propia, sus gustos y sus aficiones, prestando atención a ellas, respetándolas, potenciándolas y adoptando frente al niño una actitud empática, podemos favorecer en él el desarrollo de un cerebro más rico y de un niño más feliz.

Asimismo, educar a los niños en libertad, poniendo, no obstante, los límites adecuados, contribuirá a que su cerebro, en desarrollo, logre alcanzar su máximo potencial. Acordar con ellos estos límites y las consecuencias de una eventual transgresión resulta muy positivo y efectivo.

Es importante, asimismo, que inculquemos en los niños la sensación de que pueden confiar en nosotros, estando siempre disponibles, así como que deben confiar en ellos mismos, sus capacidades, habilidades y cualidades, de forma que tomen conciencia de lo mucho que son capaces de hacer, por sí solos y en nuestra compañía.

Los niños precisan también que le dediquemos tiempo. Este tiempo que dedicamos a nuestros hijos debe ser exclusivo y de calidad. Abandonar el móvil, la tablet o el ordenador en ese momento hace sentir al niño lo importante que es para nosotros. Asimismo, este gesto contribuye a evitar una futura dependencia o adición a estos aparatos. Los juegos de mesa compartidos, hacer la tarea con ellos o escribir juntos un poema pueden ser ejemplos del tiempo de calidad que precisa el buen desarrollo de un cerebro en formación.

Por último, este proceso debe estar presidido por una importante dosis de paciencia. Por un lado, paciencia con el niño, que se está haciendo y, en alguna ocasión, puede despistarse de la senda que pretendemos señalarle. Por otro lado, paciencia con nosotros mismos, como padres y como educadores. Ni los niños ni los adultos somos perfectos, todos tenemos nuestros ritmos, nuestro proceso de aprendizaje, habilidades y cualidades. No obstante, la piedra angular de nuestra tarea, que es el cariño, es uno de las mejores herramientas para reconducir las posibles desviaciones en nuestro empeño.

Acabo con esta frase de Álvaro, con la que abría su presentación:

“SI QUIERES TENER HIJOS FELICES, NO HAGAS QUE EL VIENTO SOPLE SIEMPRE A SU FAVOR: ENSÉÑALES A NAVEGAR EN TEMPESTADES.”

Se me olvidaba comentar que me llamo Fernando Romero, que soy padre de cuatro hijos estupendos y que soy coeducador suyo con mi mujer, Ana, seguidora desde hace algunos años de los consejos educativos de Álvaro Bilbao.

La Fundación Madrina también se dedica a la promoción, ayuda y dignificación de la mujer y la infancia. Además desde la pandemia realiza la distribución de alimentos y ropa, sobre todo a madres y padres jóvenes que tienen hijos y necesitan algo de ayuda para sacar a su familia adelante.

Al llegar, entregamos lo recogido en el colegio en la operación kilo (pañales, comida bebé, cremas, toallitas, etc) y nos asignaron varias tareas, como llenar los carros de comida y repartir, ayudar a buscar ropa adecuada para cada familia, distribuir sillas para las madres embarazadas que estaba en la cola desde muy pronto y repartir juguetes. Hemos vivido una actividad muy intensa e impactante, porque cambia mucho vivirlo tú mismo, que verlo en la televisión.

Además, ha sido una experiencia de aprendizaje ya que hemos empatizado con personas en condiciones extremas y muy diferentes. Nos contaron cómo habían llegado a su situación actual y lo difícil que estaba siendo. Esto nos ha hecho comprender que hemos de agradecer todo lo que tenemos y ayudar a las personas que carecen de ello. Muchos de nosotros estamos deseando alcanzar la edad requerida para convertirnos en voluntarios permanentes, y tenemos muchas ganas de volver a formar parte de tan bonita iniciativa.

Ahora percibimos este tipo de situaciones de manera diferente y menos distante. Sin duda alguna, todos hemos encontrado la experiencia como una oportunidad de desarrollo personal, y hemos abierto los ojos frente a situaciones que están sucediendo muy cerca de nosotros, a las cuales antes no les prestábamos tanta atención, pero ahora, después de haber observado y conocido otras condiciones de vida, nos hemos concienciado frente a ellas.

Definitivamente queremos repetir esta experiencia. “Me han entrado ganas de volver a experimentar el voluntariado y ayudar a más gente” es la frase que más se ha repetido entre nosotros al terminar la actividad. Gracias por habernos permitido vivir esta experiencia.

 

Covadonga, Federico y Nataly (alumnos de 4º ESO).